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jueves, 20 de enero de 2011

Del amor a horcajadas y su substancia


Si usa el requiebro encendido
en horas donde hasta el reloj de campana se sueña
(en esto no existen deshoras, amigo),
ese dulce animal de la noche que duerme a mi lado
busca mi boca y la ciñe a su horcajadura;

no admite fatiga o límite o pulso o ahogo
mi dama mundial de sus egos,
nada ajeno que sea a la sorbedura,
así se culmina conmigo
y asciende al orgasmo puntual y perfecto.

Y como es natural en criatura tan bella,
no pregunta si quiero igual trato al de ella.


Copyright Daniel Vega, Otros poemas