I
Hay días de fin de mundo donde no acariciamos el tiempo,
jornadas cuando los labios sencillamente no existen
y es eléctrico el cielo
y la tierra se estremece para darnos sus abismos.
Estalactitas y estalagmitas, grutas del subconsciente,
bóvedas descendentes y ascendencias arrancadas
como ciegos laberintos,
como espadas y roturas que son precipitaciones.
Hay días sin inocencia insensibles a nosotros.
II
Noches de magnicidio y materia como cactos
de oscura tierra de yermos.
Hay horas interminables porque gimen como enfermas,
como rostros disecados donde el aire se ensimisma
y nadie llega a visitarte al quedar deshabitado
y el tiempo se hace fósil y ya eres parte del olvido.
Hay noches de fin de mundo, noches como el grafito
que son desnudas y óseas,
y son un disparo del cielo
y son la efigie del dolor
y no existe otro diluvio que pueda con esas lágrimas.
Noches en la orfandad.
III
Más cuando ello sucede
siempre acuden las auroras con sus árboles de estrépitos,
el pájaro y su alegría,
la tierra renovadora,
el viento que ayuda a existir
y ese grito cercano y misterioso nos inunda
y se agolpa toda luz como si obrase una magia.
De "El Sueño insomne",
Copyright Daniel Vega/Daniel Astur Vega.